viernes, 30 de abril de 2010

POR LA ORALIDAD COMO UNO DE LOS DERECHOS HUMANOS. de Francisco Garzón Céspedes

1. Todas las niñas y todos los niños de nuestro planeta en cualquier
sociedad tienen derecho, desde que están en el vientre, a que su madre les
hable, y les cuente historias, les lea en prosa y en verso, animadamente, y
siempre con amor.
El habla es el oro que no la plata,
y es más: es ser humano, es amor.


2. Todas las niñas y todos los niños de nuestro planeta en cualquier
sociedad tienen derecho a que la voz materna, que es la única que ellos
encontrándose aún en el vientre pueden escuchar, les hable expresivamente
desde la responsabilidad de establecer las primeras plataformas de la relación
entre la infancia y el habla, y entre la infancia y la lengua, unas relaciones
indispensables para llegar a esa comunicación que es la oralidad.
La lengua es Humanidad, sociedad humana,
entretejido colectivo.

3. Todas las niñas y todos los niños de cualquier raza, continente, país,
idioma, posición económica, tenga su familia la visión del mundo que tenga,
tienen derecho a que su madre y su padre, sus abuelas y abuelos, sus tías y
tíos, y los seres humanos próximos, les hablen y les cuenten cuentos y
narraciones diversas, todo animadamente y sin que estén presentes otros
sonidos (la radio y la televisión encendidas, por ejemplo, que a esa edad no
los influyen en positivo con sus resonancias, pero sí son interferentes).
El habla surgió ante todo
para testimoniar amor
y solidaridad.
4. Todas las niñas y todos los niños tienen derecho a que en las sociedades
de escritura, y en las de escritura y medios audiovisuales, a las acciones
insustituibles de contarles a palabra, voz y gesto vivos, se le sume el leerles
cuentos en prosa y en verso, y comentárselos durante todo el primer año de
vida, que es cuando se establecen las principales bases neurológicas y
muchas de las conexiones que, en gran medida, dependen para constituirse
de la presencia del habla, dependen de la presencia de la oralidad en los
primeros meses; desde la ciencia se señala ya que la cantidad de palabras
que una criatura escucha cada día en sus primeros meses es determinante
para su desarrollo y para su posterior inteligencia, imaginación y
capacidades creativas o creadoras, para su posterior interés y comprensión
lectora, para sus futuros avances y éxitos escolares, y para sus futuras
aptitudes sociales.
La oralidad es cimiento colectivo de lo humano;
en verdad, nos definió como humanos.

5. Todas las niñas y todos los niños, en correspondencia con la importancia
para su crecimiento del entorno y de las acciones humanas que reciben
inicialmente, y en correspondencia con la decisiva influencia de la oralidad en
los primeros años de la vida (que es cuando se instituyen muchas de las
conexiones e interconexiones cerebrales determinantes) tienen derecho a
esperar que los adultos asuman la definición científica, no metafórica, de la
oralidad, que ya existe, la definición que define a la oralidad como proceso de
comunicación y no sólo de expresión, y no sólo como el hablar en voz alta;
que la define como proceso de invención y reinvención entre interlocutores
que no admite la literalidad; y a que, en correspondencia con todo ello, en el
seno de la familia de cada niña y niño se preste especial atención hasta los
tres años de edad, de modo consciente y siempre grato y adecuado, a la
presencia activa de la oralidad en sus diferentes formas: conversación, cuento
oral, entre otras ya señaladas (presencia a la que debe sumarse la de la
lectura en voz alta); responsabilidad, todas estas presencias, que la familia
nunca debe descuidar, compartiéndolas cuando sea tiempo con el sistema de
formación y enseñanza a lo largo de la niñez y la adolescencia y la juventud
de cada individuo, lo que además avalará una mejor comunicación de cada
ser humano hasta la vejez, y garantizará la mejor comunicación en y del
mundo como un todo.
La oralidad es conjunción de ejes que se complementan.

6. Todas las niñas y todos los niños tienen derecho a que, desde que son
vida, la familia y la sociedad les compartan la cotidianidad y los saberes por
medio del habla, primero; y de la oralidad más cercana tan pronto sea posible;
todo a través de conversaciones y de anécdotas, de recuerdos y de historias.
La oralidad es para el ser humano partida,
recorrido, destino y hallazgos,
viaje con otro u otros a un infinito sin fronteras.

7. Todas las niñas y todos los niños tienen derecho a que se les explique el
mundo por medio de la oralidad, y, mucho, por medio de las conversaciones;
derecho a que se establezca comunicación con ellos como interlocutores; y,
cuando ya estén en condiciones de conversar, derecho a que, respetándolos
como individualidades, se les escuche hablar para comunicarse, y se les
responda a todas sus preguntas; y derecho a que siempre se tenga tiempo
para conversar con ellos, y con ellos como participantes y protagonistas.
La oralidad es con el otro y no para el otro.
Contar oralmente es contar con el otro como interlocutor
y nunca como espectador.
De inicio los niños y las niñas tienen que comer,
que ejercitar y desarrollar su cuerpo y su mente,
y estos son los tres factores indispensables
para la salud y el crecimiento. Su ejercicio y desarrollo
mental comienza realmente cuando se habla para ellos,
y prosigue con la oralidad cuando se habla con ellos,
una oralidad que debe ser en plenitud
a lo largo de toda la existencia humana.

8. Todas las niñas y todos los niños tienen derecho a que el acercamiento al
habla y a la lengua iniciado por su madre, y establecido y desarrollado en
términos primero de habla y, paulatinamente, en términos de oralidad como
comunicación, y también establecido, en sus primeros años de niñez, en
términos de expresión leída en voz alta por la familia, los amigos y la
sociedad, se continúe con consistencia y congruencia, y de modo priorizado,
por los maestros en la escuela (una escuela que primero comunique para
expresar, informar, difundir, trasmitir, enseñar, formar), por los bibliotecarios en
las bibliotecas, y, entre otros, por los profesionales de la oralidad artística y de
la oralidad artística escénica, sin que estas acciones y espacios de oralidad
plena, de oralidad que cree en la niña y en el niño, y los respeta como
interlocutores capaces sin mediatizaciones a su imaginario, sean sustituidos
por otras formas habladas pero no orales del contar, unas que también
deben tener presencias relevantes (el contar desde la lectura en voz alta, el
contar desde el teatro o cuento teatralizado, entre otras).
La oralidad es el camino natural a la lectura.

9. Todas las niñas y todos los niños tienen derecho a pedir que se les
converse, se les responda, se les explique y estimule, y se les cuente
oralmente en cualquier sitio, hora y circunstancia posibles, a sus madres y
padres y abuelas y abuelos, y, entre otros, a sus tías y tíos; todos los que
deberán corresponder, a riesgo de perder, si se niegan, la confianza de niñas y
niños; una confianza que, además y entre más, les da derecho a las niñas y los
niños a pedir otro cuento, a pedir un cuento nuevo y a pedir escuchar un millón
de veces el mismo cuento; una confianza que, además y entre más, le da
derecho a niñas y niños a inventar sus propios cuentos o a reinventar los
escuchados o leídos y, a su vez, a contarlos oralmente.
La oralidad es insustituible para ser los humanos
que somos. Contar oralmente es compartir la confianza.

10. Todas las niñas y todos los niños tienen derecho a que se les
compartan, siempre desde la oralidad y, paulatinamente, también desde la
lectura, las tradiciones orales y las tradiciones memorísticas de los pueblos,
aquellas tradiciones que tanto en ética como en estética respondan a los
derechos y valores humanos universales y a los de la oralidad y el arte;
derecho a que se les narren mitos y leyendas, cuentos populares
comunitarios y cuentos populares maravillosos y cuentos de nunca acabar,
entre otras artes y géneros de las tradiciones que narran historias, y entregan
creaciones hermosas y críticas, creaciones imaginativas y sugerentes,
esclarecedoras y soñadoras, todo desde la certeza de que en la medida en
que se cuenta oralmente con las niñas y los niños se están desarrollando no
sólo su capacidad de imaginar y su capacidad de crear, sino también su
necesidad de aprehender cada vez más el mundo que los rodea.
La oralidad es de palabras verdaderas: de palabras ciertas y mágicas
de la razón y el sentimiento; de palabras ciertas
y mágicas de la invención y la reinvención.
11. Todas las niñas y todos los niños tienen derecho igualmente a que se
les cuenten, oralmente y oral artísticamente y oral escénicamente, los cuentos
y otras historias de la literatura universal y de la literatura de su país, de los
textos clásicos a los de las grandes escritoras y los grandes escritores de
todos los tiempos, y con énfasis en los contemporáneos; a que se les narren
cuentos potenciando al máximo la comunicación por sobre la expresión; a que
se les narren con pasión y con compromiso, con responsabilidad y con
entrega, con ternura y con complicidad, con sentido del humor y con sentido
de lo emocional, con expectación y con riesgo.
La oralidad es el llamado más poderoso que puede hacerse
a la imaginación de otro ser humano, porque tiene que ver con la
imaginación y no con la construcción física
de las imágenes; enseñar a imaginar es enseñar a relacionar
y enseñar a relacionar e interrelacionar es esencial
para el desarrollo de los poderes creadores.
La imaginación es camino de futuro.

12. Todas las niñas y todos los niños tienen derecho a esperar que, muchas
veces y sin tener que pedirlo, los adultos, madres y padres, abuelas y abuelos,
tías y tíos, entre otros de la familia o de la amistad; en salones y dormitorios,
cocinas y comedores, portales, patios y terrazas, aulas y salas de lectura,
parques y plazas y campos y playas; les cuenten oralmente recuerdos y
anécdotas, y les cuenten los más disímiles argumentos, les digan refranes
y máximas, dichos y pensamientos, para que cualquier espacio sea un espacio
de oralidad y de comunicación humana donde juglares de la ternura encuentren
en su conciencia y en su memoria, en su razón y en su corazón, las palabras que
completan y expanden, las palabras que curan y salvan, las palabras de la
felicidad y de la alegría, las palabras de los criterios, las sensaciones y
los sentimientos, las palabras de la lealtad, la dignidad, la tolerancia, la
fraternidad y la libertad, las palabras del amor y la solidaridad y la amistad y
la generosidad, las palabras bienintencionadas y bienhechoras del mejoramiento
humano.
La oralidad es la suma de la vida.

Escrito1 en España 2007/2009, y desde lo recibido
en Camagüey, en La Habana, en Caracas, en México D. F., en Madrid
y en otras muchas ciudades y pueblos y campos
de América Latina y el Caribe, Europa y África.
EN ESPECÍFICO SE AUTORIZA LA DIFUSIÓN, REPRODUCCIÓN Y REENVÍO
SIN FINES COMERCIALES DE ESTE DOCUMENTO,
SIEMPRE INDICANDO LA AUTORÍA DE FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES


El narrador oral escénico no debe perder de vista los nexos del arte de
narrar oralmente con el arte de la conversación.
“Y así como tiene en cuenta su responsabilidad con la oralidad artística y
con las ciencias de la comunicación, tiene que ser solidario con la oralidad
toda, artística o no artística, porque es de la oralidad de donde ha surgido.
En Cuentos para aprender a contar (Colombia, 1995, España, 2003):
“La oralidad es el camino natural a la lectura. (…)
El ser humano cuenta para que le cuenten.
Contar es una de sus maneras de ser.”
En Oralidad Escénica (Argentina, 2006):
“(…) tiene el narrador oral escénico, entre otras tareas todas urgentes, sin
utilitarismos ni didactismos, la enorme responsabilidad de contribuir al
enriquecimiento y al desarrollo humano, social y cultural del público, de ese
público interlocutor que confía en este arte y le abre desprotegidamente, indefensa
y vulnerablemente eso, tan resguardado, preciado e íntimo, que es su paisaje
interior.”
En Cómo aprender a contar oralmente y a comunicarse mejor
(Cuba, presumiblemente a ser editado en 2009 o 2010):
“La oralidad, por tanto, no puede ni debe ser sustituida en la formación
del ser humano, ni en sus relaciones, porque ella es esencial para la calidad y
el desarrollo, para la profundización y la plenitud. Y aunque la oralidad, y sus
procesos, es una en las sociedades de oralidad primaria; otra en las
sociedades de escritura cuando el ser humano al escribir y leer incorpora estos
procesos a quien es y, hasta donde resulta posible, a los de su oralidad; y otra
en las sociedades de escritura y medios audiovisuales donde desde estos
últimos tanto predomina la imagen; la oralidad nunca deja de ser,
esencialmente, oralidad.
“Así como el acto de oralidad por excelencia es la conversación, el acto de
comunicación por excelencia es la oralidad. La conversación es la expresión
originaria y máxima de la oralidad. Dentro de la conversación cotidiana narramos
lo que hemos vivido, lo que hemos observado, lo que nos han contado, lo que
soñamos o lo que imaginamos. Y cuando, dentro de una conversación, narramos,
la comunicación suele ganar en confianza, intimidad, expresividad, hondura. O lo
que es lo mismo, ganar en calidad. La calidad de la conversación depende en
gran medida de que contemos. Y de por qué, qué, cómo, dónde, cuándo, cuánto
contamos. Y de con quién y con qué respeto por nuestro interlocutor, contamos.”
Como es conocido, entre los más de treinta y dos libros editados de Garzón
Céspedes, no sólo están los de investigación y análisis respecto a varias artes,
sino que ha escrito mucha ficción, y mucha en especial para niñas y niños en
géneros como el teatro, integración escénica, narrativa, poesía, obras por las que

“La oralidad es el camino natural a la lectura.”
El mundo contemporáneo, no obstante todo lo formulado en este
Documento, todo lo accionado y demostrado, todo lo avanzado, no ha
comprendido aún la monumental importancia y la decisiva urgencia de que sus
planes (a todos los niveles y desde las más diversas instituciones y otras), de
que sus políticas de consolidación familiar, de valores y desarrollo en el
contexto de la familia, de que sus planes y políticas de educación y de lectura y
de promoción de la literatura, de salud y de progreso, de fortalecimiento de los
principios éticos y de propiciar creaciones y avances, entre muchísimo más que
es de cimiento, columna y eje para la humanidad y su mejoramiento, tienen que
pasar antes, que tener su base imprescindible en que la sociedad y mucho los
Ministerios (Educación, Cultura y Política Social, Sanidad, Trabajo e
Inmigración, Igualdad, entre otros) instrumenten planificada, sostenida, lúcida y
consecuentemente, el que la oralidad y la comunicación (lo que éstas en
verdad son, y sin utilizar estos términos por extensión), la oralidad artística toda
y la oralidad artística contemporánea escénica, tengan socialmente, desde que
la criatura existe y a lo largo de toda su existencia, las presencias prioritarias,
científicas, y de interacción solidaria, imaginación y creación, que les
corresponden porque el ser humano para serlo en ascenso tiene como su


Siempre afirmo que cuando un hombre o una mujer al hablar logran
comunicarse con su interlocutor, cuando logran comprender y ser
comprendidos, son plenamente humanos y se completan.
Cuando la oralidad, como interacción solidaria, dimensiona los anhelos y las
afirmaciones…
Cuando la oralidad dimensiona el respeto, la amistad y el amor, entonces, en
esos instantes de conversación tan humana, el mundo, todo, suma; todo el
mundo avanza.
En esos instantes, de conversación, comunicación y oralidad, el mundo vuelve
a salvarse. Y vuelve a predecir que siempre se salvará.
La oralidad nos hizo los humanos que somos.
La oralidad es parte de lo mejor de nosotros.
La oralidad nos completa en la interacción con el otro.
Y la oralidad artística nos permitió desde nuestros orígenes mismos, y nos
permite en la actualidad, mayores presencias de la invención y de la
reinvención.



ciinoe@hotmail.com
http://ciinoe.blogspot.com

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